Ha pasado un año desde la explosión en la planta nuclear de Fukushima, producto del terremoto y tsunami, que causó la evacuación de más de 200 mil personas y el desalojo de vastos terrenos en ciudades como Okuma y Futaba.
Aún muchos de sus habitantes viven en albergues y son tratados con yodo para evitar cáncer de tiroides producto de la radioactividad.
La única oportunidad que tuvieron de volver a su hogares fue el mes pasado en una visita de dos horas, vestidos con trajes de protección y máscaras para recoger sus pertenencias y rezar a sus antepasados en cementerios arrasados por el tsunami.
Personas ataviadas con trajes especiales y tapabocas recorren las calles desiertas de la localidad de Okuma, ubicada a menos de tres kilómetros de la Central Nuclear de Fukushima, Japón, este 2 de marzo de 2012. Yoichi Hayashi/AP/SIPA
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